Gobierno de Fresnillo: las palabras y los hechos

Guillermo Guerrero Viramontes

Usar palabras de contenido noble, de aceptación general y apaciguadoras del ánimo para encubrir con ellas actos de contenido diametralmente opuesto, es una vieja práctica de la política y de los políticos frenillenses, actividad que les ha ayudado labrarse una imagen pública totalmente distinta a la que les corresponde de acuerdo con la esencia de su conducta y de sus acciones concretas como servidores públicos.

Esto viene a cuento porque el Movimiento Antorchista tiene cinco años y medio solicitando que se atiendan las necesidades de un importante grupo de fresnillenses; en su momento las solicitudes fueron presentadas y aceptadas por parte de Saúl Monreal Ávila, ex presidente municipal, pero con el poder del mando estas se enviaron al túnel del tiempo buscando que los peticionarios se resignaran a la negativa para atenderlas.

Por eso no es raro que sus personeros nos apliquen la misma táctica, situación que se vive desde que la alcaldesa Rita Quiñones sustituye a Monreal Avila. Luego que la doctora tomó posesión, una representación de nuestro movimiento encabezada por Osvaldo Ávila Tizcareño, líder del antorchismo en el estado, fuimos atendidos por ella, reconoció la justeza de nuestras demandas y aseguró que en 15 días daría respuesta a compromisos  como el inicio del domo de la escuela primaria de El Baluarte, la ampliación de luz en Santiaguillo; e incluir en el programa de vivienda a los ciudadanos que cumplieran los requisitos, además de la entrega de 200 despensas mensuales, etc.

Transcurrido el plazo acordado acudió una representación de poco más de 250 personas, en esa ocasión la alcaldesa designó a la síndico municipal como enlace para darle seguimiento a los compromisos principalmente el de vivienda, pues a ella se le entregaron las solicitudes de manera personal con el compromiso de dar solución, pero poco nos duró el gusto porque renunció al cargo.

Hace 10 días tomó la estafeta el nuevo secretario de gobierno, Lic. Juan Manuel Loera a quien lo enteramos de los acuerdos y se comprometió a que nos atendería el jueves pasado, llegado el día nos presentamos en su despacho pero resultó que no estábamos  en su agenda y tuvo que salir al quite el secretario particular de la presidenta, quien se comprometió que el día siguiente acudiría a la comunidad de El Baluarte y Santiaguillo (como muestra de interés del gobierno), sin embargo, cabe mencionar que el Director de Desarrollo Social llegó muy tarde a Santiaguillo, pero además lo hizo con la espada desenvainada, pues llegó a decir a los vecinos que no había ninguna obra aprobada para su comunidad; y de la visita a El Baluarte, de plano ni acudieron dejando colgadas de la brocha a más de 80 madres de familia que con interés esperaron por más de dos horas al funcionario fresnillense.

Las actitudes y hechos de las autoridades municipales que encabeza la alcaldesa Rita Quiñones, son contrarias al discurso y palabras que llaman al trabajo entre gobierno y ciudadanía y eso no resuelve los problemas, pero ellos creen que  afectan a sus líderes, cuando realmente dañan a ciudadanos que pagan impuestos y que por lo mismo tiene los mismos derechos que los demás. El actuar de los funcionarios es reprobado por la población, ahora la gente ya no cae en ese juego de palabras, sino que pide solución a sus problemas, porque es su derecho y porque son necesidades reales.

Los antorchistas sabemos bien que la frase “Amor con amor se paga”, sólo tiene validez si hay reciprocidad con los políticos que tuvieron la oportunidad de llegar a la presidencia como servidores públicos, pero ahora desde ése honroso puesto se burlan del pueblo.

Por lo pronto acudiremos con el secretario de Gobierno a retomar los compromisos, pero de no haber respuesta el jueves 21 de noviembre buscaremos a la presidenta municipal quien tiene la obligación constitucional de atender a sus gobernados, dialogar con ellos, pero sobre todo de resolver las peticiones ciudadanas que fueron presentadas en tiempo y forma, tal como lo marca la ley.