“No veo mi día a día sin las risas de los niños”: maestra Coco

“La persona que me inspiró para ser maestra fue justamente mi maestra de segundo de primaria, la maestra Georgina; era muy cariñosa, siempre estaba muy contenta y me daba la impresión de que era muy feliz dando clases”.

Entonces, “yo pensaba: cuando crezca, quiero ser maestra y quiero ser como ella, porque la admiraba muchísimo”, relata al recordar su niñez María del Socorro Morones Moreno, mejor conocida como la maestra Coco.

Desde ese momento, en el que tenía unos 7 años, Coco supo que su vocación estaba en la enseñanza, en cuidar y apoyar a las niñas y los niños más pequeños.

Por eso, continúa, “cada uno de mis días honro mi profesión dando lo mejor de mí a mis alumnos”.

Siempre elijo quedarme con los grupos de primero
La maestra Coco es originaria de Bajío de San José, Jalisco, lugar que, por cuestiones familiares, tuvo que dejar desde muy pequeña para trasladarse a Aguascalientes, donde realizó su formación normalista en la Escuela Normal Guadalupe Victoria.

A los 18 años pisó por primera vez un aula llena de niñas y niños, hecho que le hizo darse cuenta de que había elegido bien.

“Me gustan mucho los niños más pequeños, he dado clase a todos los grados, pero siempre elijo quedarme con los grupos de primero y segundo, porque son muy espontáneos y esa alegría que ellos tienen me la contagian”.

En su trayectoria como docente tuvo la oportunidad de trabajar en distintas escuelas primarias de Aguascalientes e Hidalgo, donde se especializó en matemáticas y administración educativa.

“Desde siempre supe que quería ser maestra, pero una maestra bien preparada y conocer de todo”.

Su llegada a Zacatecas
En el año 2004 llegó a Zacatecas, donde lleva ya 15 años “y no me pienso mover de aquí”, dice tajante, pero con una sonrisa.

En su recorrido por escuelas en las que ha dado clases, destaca el plantel Raúl González Ferniza de la comunidad de Sauceda de la Borda, Vetagrande, y por la escuela primaria Independencia de la comunidad de Zóquite, Guadalupe, entre otras.

Aunque batalló un poco para acomodarse, como ella lo dice, llegó a la primaria Juan Pablo Maldonado, del municipio de Guadalupe, donde se instaló para quedarse como maestra en el turno matutino y directora en el vespertino.

Ser maestro representa un compromiso muy grande
En 36 años como maestra, Coco ha visto pasar un sinnúmero de generaciones, aunque confiesa que en los tiempos actuales se ha sentido triste por la situación de violencia, abandono, inseguridad que viven muchos niños y jóvenes.

A los maestros, dice, “nos toca escucharlos y hablar mucho con las madres y padres de familia para que pongan más atención a sus hijos, pues de lo contrario, se nos van de las manos”. Se trata de que los maestros “reforcemos los valores que deben inculcarse en casa”.

“Ser maestro representa un compromiso muy grande, tenemos mucha injerencia en la reconstrucción del tejido social, pero la parte más importante está en el núcleo familiar”, agregó.

La maestra Coco trata de que sus alumnos hagan un proyecto de vida, que sepan que están construyendo los cimientos para lograr superarse haciendo lo que más les guste; una profesión o un oficio, lo que ellos quieran, pero que sean los mejores en ello.

Detiene la charla, hace cuentas y termina: “me faltan tres años para jubilarme, pero no quiero. No veo mi día a día sin las risas de los niños”.